Dejó dicho Buda que solo hay dos errores que podemos cometer en el camino hacia la verdad: el primero es no recorrerlo hasta el final, y el segundo es no empezarlo. Con la meditación pasa algo parecido. Se trata, sobre todo, de crear una práctica que nos funcione, y comprometernos con ella. Algo en lo que, paso a paso, podemos ir mejorando cada día.
Algunas personas no se atreven a meditar porque les parece que hay que seguir una serie de reglas rígidas y complicadas para hacerlo, pero si buscamos el origen etimológico de la palabra “meditar” veremos que significa simplemente “dedicarse a la contemplación y a la reflexión”. La definición no dice nada acerca de sentarse perfectamente bien con las manos en cierta posición y la mente perfectamente vacía de pensamientos, o de hacer que la práctica dure un tiempo determinado. No, de lo que se trata a la hora de meditar es sencillamente de conectar con nuestra verdadera esencia. Y existen muchas formas de hacerlo.
Muchos meditadores principiantes utilizan las meditaciones guiadas. Escuchar una meditación puede ayudarnos mucho a centrar la mente cuando todavía estamos aprendiendo cómo hacerlo. A mí me encanta empezar o cerrar el día con alguna de las del estudio Diana, y ya considero a los maestros del estudio como mis maestros personales de meditación.
¿Qué otros trucos puedes utilizar para empezar o ser más constante con tu camino meditativo?
- Cuenta hasta diez. Cierra los ojos y siéntate cómodo en un lugar tranquilo, con la espalda recta. Inspira y mientras lo haces di silenciosamente: “uno”. Suelta el aire por la nariz con suavidad mientras dices para ti: “dos”. Continúa así hasta llegar hasta diez. Empieza desde el principio cada vez que tu mente se desvíe de la cuenta y se vaya a otro lugar, lo que probablemente sucederá más de una vez al principio. No te preocupes, forma parte del proceso. Tan solo vuelve a inspirar profundamente y di: “uno”…
- Date un paseo. La meditación puede ser una actividad que realices en movimiento, no tenemos por qué estar necesariamente quietos o sentados en cierta posición para meditar. La próxima vez que salgas a dar un paseo, prueba a poner todos tus sentidos, toda tu atención en él. Sé consciente por unos momentos de todo lo que pueden percibir tus sentidos: tu vista, el tacto (tus pies sobre la tierra del camino o el asfalto), los olores que percibes, los sonidos que escuchas… Recuerda que meditar es conectar contigo mismo, volver a ti, y este gesto puede ser tan sencillo como darte atención durante el breve tiempo que dure ese paseo.
- Aprende del otoño. Siéntate de nuevo en un lugar tranquilo. Respira profundamente. Sonríe. Deja ahora que lleguen a tu mente todos los pensamientos que pasan por tu mente, sin intentar detenerlos. Permíteles llegar y simplemente, obsérvalos. Imagínate que son como las hojas de un árbol en otoño. Las hojas caen, flotan, se van. No te apegues a ellas, déjalas caer y que sigan su camino. Al aceptar tus pensamientos, desordenados, caóticos, positivos, negativos… les quitas el poder que tienen sobre ti y puedes permitirte ser.
- Escribe una página. En ocasiones, cuando mi mente está llena de pensamientos caóticos o catastróficos, cojo un bolígrafo y un papel y hago una lista de todas mis preocupaciones. El hecho de volcarlas fuera de mí, en ese papel, me ayuda a crear ya un poco de espacio mental y a disociarme de mis ideas. Hay personas a quienes les funciona sencillamente escribir lo primero que les viene a la mente, sea la lista de la compra, un episodio de que les preocupa especialmente o los distintos pasos de un plan para solucionar un problema que les preocupa.
- Practica la gratitud. La gratitud es una de las emociones más poderosas y transformadoras que existen. Dar las gracias es una forma rápida y sencilla de salir de nosotros mismos y de bajar revoluciones. Haz la prueba: siéntate y di: “gracias”. No importa lo que creas al respecto o si te sientes raro al hacerlo, o si no sepas muy bien a quién se lo dices. Dilo tres, cuatro, cinco veces, sintiéndolo de verdad, y notarás cómo tu cuerpo se relaja. Puedes empezar con este sencillo ejercicio, y a medida que vayas progresando, puedes ir pensando en cosas concretas por las que te sientes agradecido.
Rocío Carmona